Los trazos del horror

Damián disfrutaba tanto, como el buen vino, el dibujar todo tipo de rostros de desconocidos que colgaban fotos en el Internet. Su fascinación era tal que llegaba al punto de, una vez terminado un rostro, le seguía el proceso de asignación de nombre, personalidad y, consecuencia lamentable, su destino en su mundo imaginario que envolvía a su espectral mente.

Le fascinaba dibujar, en su mayoría mujeres muy hermosas, que pertenecieran a distintas culturas esto por una sencilla razón: anhelaba crear el ‘su musa perfecta’ y para ello estaba obsesionado con integrar distintos matices raciales y rasgos que significaran su combinación perfecta del ser que su mente añoraba como ideal. En su basto y a la vez limitado mundo no permitía otra cosa que no fuera el olor, color, sabor y forma de la tinta, en especial cuando la combinaba las flamas de su encendedor para agilizar el secado, consideraba sus lápices casi deidades que una vez besaban el cuerpo inescrutable de una hoja de papel se convertía en una especie de génesis sagrado en su descolorida vida. Imaginaba y existía y convivía en este mundo trazado a puño con el único simbolismo de los rayones, sombras y matices que sus manos iban creando en el tiempo y espacio.

Asistía puntualmente a sus clases en la universidad de su ciudad natal Comayagua, en el centro de Honduras, durante este lapso su mundo imaginario trazado en tinta era escondido en los recovecos de su mente igual que ocurría cuando se comunicaba con sus dos únicos amigos Elena y Lorenzo, con los que compartía cierta afinidad en algunas actividades como el amor por la música rock, el juego de cartas y la visita a bosques desolados a contarse mutuamente historias y leyendas de terror.

Fue en una de estas visitas al bosque que acudía por primera vez una cuarta miembro del grupo, se trataba de Yulieth; una chica encantadora de la que Lorenzo quedo obsesionado desde el primer momento que la vio. La presencia de ella obedecía a un intercambio universitario desde su natal Escocia, hacía de esto ya aproximadamente una semana.

El día que Yulieth fue presentada como parte del intercambio fue inusual en la vida de los que pertenecían a ese salón, el profesor de la clase de filosofía, que normalmente estaba e muy mal humor, daba la bienvenida a la nueva chica para el recibimiento ameno de parte de los asistentes a la clase de ese día y el ruidoso aplauso no se hizo esperar y Yulieth apenas pudo sonreír y dar las gracias en su limitado castellano: muchas gracias por hacer esto, en verdad me sentía temerosa durante el camino a este lugar pero ahora me siento bien, gracias a todos. Alcanzo a decir la apenada muchacha.

Acto seguido, el profesor dio inicio a la catedra de ese día, catedra a la que obviamente Lorenzo huyo mentalmente de lo que el profesor explicaba para poner toda su atención a admirar la belleza descomunal de aquella extraña muchacha europea que apenas le obsequio una tímida sonrisa en un momento que su lápiz cayó al suelo y él se levantó de su asiento para recogerlo y devolvérselo.

Por su parte Damián, esa noche había estado, hasta muy tarde navegando y contactando con algunos usuarios anónimos de la Deep web. Solía visitar estos sitios por su fascinación por los gustos estrafalarios y aberrantes que ahí se compartían con seres de mentes retorcidas además para buscar modelos de forma anónima que luego serían parte de su repertorio artístico en sus retiros de tintero como él llamaba a sus muy alargadas horas dedicadas a su gran pasión.

El día que los cuatro visitaban el bosque, Lorenzo pensaba declararle su amor a Yulieth, pero las ideas en las maléficas mentes de Damián y Elena eran otras con respecto a la chica escocesa. Habían planeado algo verdaderamente horrendo para aquella noche, emborracharían a Yuli (como intencionalmente le llamaron para ganarse, rápidamente, su cariño y confianza) y Lorenzo y al calor de la hoguera y los tragos los obligarían a ambos a desvestirse para que sus rostros fueran dibujados por Damián, en un lienzo de papel, solo que la tinta que se usaría en este seria a base de la propia sangre de los dos jóvenes modelos, para obtenerla utilizarían un escalpelo médico que ofrecería finos cortes para que no murieran en el desangrados sino que resistieran mientras sus rostros eran dibujados. Una vez obtenida la macabra obra procederían a asesinar a ambos jóvenes de forma tal que simulara el suicidio de Lorenzo después de haber dado muerte a su amada; el plan estaba echado.

Los cuatro se encontraban en las inmediaciones del camino que conducía al lejano y solitario bosque, la mochila que portaba Damián dejaba sospechas de que algo portaba y que no necesariamente tenía que ver con la fogata y los víveres que habían convenido llevar para la noche de luna e historias que esperaban tener. Material quirúrgico, sedantes, jeringas y demás material de uso médico era el relleno de aquella mochila a espaldas del despiadado dibujante, además de lo que estaba en el fondo de la mochila, un revolver intencionalmente cargado de munición.

Transcurrieron aproximadamente dos horas entre anécdotas, relatos, tragos y bocadillos, en el momento que Yulieth pidió a Lorenzo la acompañara al baño, que en realidad era el frio y oscuro bosque alejado de la fogata, Elena se levantó al mismo tiempo que su amiga y la tomo del cabello con tal fuerza que la hizo caer de bruces sobre uno de los leños que servían de alimento a la fogata, el golpe fue tal que perdió en conocimiento por un par de minutos, minutos que fueron aprovechados por Damián para sujetar e inmovilizar a Lorenzo y aplicarle una dosis de sedante vía intravenosa que este apenas alcanzo a gemir por el pinchazo en su vena carótida.

Horas más tarde ambos despertaron producto de sendas bofetadas aplicadas por sus captores, no reconocieron la habitación ni mucho menos la cabaña hacia donde fueron trasladados y en cuestión de segundos Lorenzo sintió malestar producto del pinchazo, comprendió entonces que habían transcurrido algún par de horas puesto que la luz que penetraba la ventana era del alba que ya despuntaba en aquella fría madrugada de viernes.

Habiendo escuchado detenidamente el plan de labios de Elena, el que consistía en el dibujo con sangre de las víctimas que posteriormente iba ser adquirido por algún retorcido comprador en mercados negros de la Deep Web, Lorenzo no lo podía creer, sencillamente se rehusaba a pensar que aquello era real, sus dos amigos con los que había compartido tantas vivencias de un momento a otro se convertirían en sus verdugos de una manera atroz. Luego de ver que los recipientes de tinta habían sido vaciados se dio cuenta que lo que decía Damián, respecto a rellenarlos con sangre sería un horrendo acto que no estaría dispuesto a permitirlo, pero ¿Cómo evitarlo?, su suerte y la de su amada escocesa estaban resueltas.

La parte posterior de la frágil espalda de la chica fue la fuente de donde brotaron los primeros chorros de la viscosa e inusual ‘tinta’ que comenzaría el relleno de los recipientes que estaban en la maldita mochila que Damián había puesto en el suelo. El pequeño corte hecho fue causal suficiente para desatar los alaridos de la joven Yulieth acompañados de las suplicas de Lorenzo que ante tal insistencia fueron obstruidos por pañuelos en bola dentro de sus bocas. El rojo fluía de la espalda de la linda Yulieth y alcanzo para obtener lo suficiente para los primeros trazos, el problema para ella es que esto no bastaría y eventualmente recurrirían a otra ruptura en su blanquecino cuerpo para continuar tan aberrante labor. La siguiente estación del escalpelo fue el muslo izquierdo de Lorenzo que se retorcía en silencio producto del pañuelo en su boca, los ojos de Yulieth parecían salirse de sus orbitas ante aquel despiadado acto y no le quedo más que bajar su mirada y observar que de la mochila, Elena extraía una enorme aguja e hilo con el que los médicos suturan heridas.

Las tres puntadas, que sin el más mínimo cuidado ni practica medica practico Elena en la espalda de Yulieth, más que parecer una asistencia médica parecía un cuadro salido de un circo de horror, pero el menos menguaron la hemorragia de momento, en el otro extremo de la habitación Damián seguía con la extracción de sangre del languidecido muslo de Lorenzo, del cual se obtuvo aproximadamente el doble que de la pinta anterior esto equivalía a un medio frasco de veinte miligramos. Para dibujar los dos rostros en el tipo de papel y el tamaño de este se requerirían aproximadamente treinta veces más que los treinta y cinco miligramos que ahora tenían en ambos frascos, Lorenzo comprendió, con la más triste mirada de y hacia Yulieth, que esto apenas iniciaba, esa vorágine sangrienta apenas iniciaba.

Habiendo completado las cantidades de sangre solicitadas por Damián, los dos muchachos, que yacían en una improvisada cama, después del desangrado provocado sus signos vitales se mantenían gracias a la medicación y al suero que les era suministrado, producto que al igual que el resto de insumos médicos fueron robados por Elena a su tío Esteban quien era auxiliar de paramédicos en un centro asistencial de la ciudad. Lorenzo, en un momento de lucidez, abrió los ojos solo para comprobar que el martirio de extracción de vital líquido había terminado y ahora procederían a la parte artística de tan bestial ritual, posar para que Damián los dibujara extrayendo gota a gota su propia sangre desde aquellos infernales porta tintas.

Los primeros minutos transcurrieron como Damián acostumbraba, preparando todos sus materiales en su mesa de trabajo que en aquellas circunstancias era más bien una pequeña y derruida cómoda de habitación pero con la firmeza necesaria para que un artista plasmara su talento en hojas de papel.

El primer trazo de Damián, luego del simple pero significativo ritual de dar un suave puñetazo a la mesa de trabajo y después otro puñetazo a su mandíbula derecha, esto representaba para él la conexión directa entre él y su trabajo para que culminara como el esperaba siempre, una obra digna de admiración, esto dio por iniciado el tiempo requerido por este para tener culminada su obra aproximadamente ocho horas si todo transcurría con normalidad.

Elena esperaba que realmente lo fuera puesto que representaba miles de dólares en el mercado negro en el que ya tenían de antemano conocimiento de un coleccionista excéntrico que estaba interesado en ser la primera opción de la venta del sangriento dibujo y para ello la subasta del dibujo exigía la constancia forense de que en efecto se trataba de sangre humana de dos tipos diferentes, por lo cual se tenían contratados de antemano los servicios de un pasante de estudios forenses certificado para tal función.

Transcurridas las primeras dos horas se presentó el primer inconveniente para el dibujante, una fuerte convulsión de Yulieth obligo a tener que parar la obra y atenderla dentro de sus posibilidades, la alta fiebre producto del comienzo infeccioso de sus heridas provoco que, luego de media hora de agonía, esta falleciera producto de un ataque cardíaco por su alta temperatura y la baja en sus defensas por la pérdida inmisericorde de sangre a que fue sometida.

Los restos de Yulieth debían ser considerados como escena que incriminara a Lorenzo por lo que los dos captores barajaron muchas alternativas, quedándose al final con solamente dos y de las cuales una fue la elegida, prender fuego a la cabaña y que ambos cuerpos fueran consumidos por las llamas. El plan original era hacer creer que Lorenzo asesinó a Yulieth por no corresponder a su amor y luego se voló la cabeza de un disparo, pero esta parte del plan tuvo que ser reconsiderada puesto que las marcas en ambos cuerpos reflejarían que fueron sometidos a torturas previas a su muerte. Estaba decidido, una vez terminado el dibujo ambos cuerpos serian incinerados junto a todo lo que había dentro de la cabaña y para entonces Elena y Damián estarían muy lejos en su huida por abandonar la ciudad.

Pasadas algunas horas luego del deceso de la malograda joven, Lorenzo entró en un estado de trance ante al dolor, la situación que había tenido que sufrir a manos de los que consideraba sus amigos y encima de esto haber visto morir a la única mujer que había amado sin siquiera poder decirle lo que sentía por ella, era irreal lo vivido en las últimas horas y sencillamente su conciencia no dio para más, a pesar que no estaba muerto si daba la impresión de estarlo y esto provoco que Damián y Elena apresuraran la parte final del plan, el dibujo, tomas de huellas dactilares, muestras de sangre y demás información, exigida por los compradores en sitios web clandestinos, estaban listos. Por lo tanto solo quedaba incendiar la vieja cabaña en medio del bosque y con esto las autoridades pensarían que se trataba de una especie de ritual satánico que culminó con la horrenda muerte de aquellos dos jóvenes.

El olor al combustible rociado en su pecho hizo que Lorenzo despertara de su estado de trance e incorporarse justo cuando ambos desgraciados estaban de espaldas apreciando el dibujo terminado e imaginando y comentando lo que harían una vez les pagaran por su abominable creación, tomó de la improvisada mesa, en la que Damián había trabajado, el escalpelo en una mano y en la otra el revólver calibre 38 con el que habían planificado que su amigo se ‘suicidaría’.

Disparo certero debajo de la oreja derecha de Elena, y esta se desplomo en el suelo inerte totalmente, luego el segundo disparo que nunca fue realizado, luego de tres intentos comprendió que el arma estaba cargada con una única bala.

En el suelo forcejeando a muerte yacían Lorenzo y Damián, este último con el escalpelo clavado en el extremo izquierdo del esternón, cayendo boca arriba y dando el espacio y tiempo justo a Lorenzo para que lo rematase con otro acuchillada en el abdomen. Ante aquella escena tuvo suficiente tiempo para considerar el camino a seguir, tres cuerpos ante sus pies y un dolor insoportable en el suyo producto de las hemorragias de sus cuatro heridas, las del muslo y la axila izquierda las que más emanaban aquel liquido rojo tan oscuro como la noche.

De pronto al voltear hacia su derecha, algo lo dejó absorto era como traído de otro mundo al suyo: Damián se encontraba de rodillas detrás suyo con el arma apuntando directo a su espalda, un intento de disparo bastó para que la bala se desplazara por los aires y se alojara justo en el corazón de Lorenzo desplomándose en el acto y muriendo sobre la mesa del dibujante desparramando, en su fuerte caída, todo lo que se encontraba sobre esta, entre otros artilugios recipientes de tinta, , papel y un pequeño mechero que servía para ir secando la sangre a medida que se iba plasmando en el lienzo de papel,

Damián se arrastró hasta donde se encontraba Elena pero lo que realmente le interesaba era lo que tenía esta entre sus manos y su pecho, el dibujo con sangre humana, por fin se le presentaba un escenario a su favor aun en su estado de casi un muerto viviente sentía satisfacción por su obra, mi obra maestra alcanzo a decir cuando el mechero caído justo al pie del cuerpo de Yulieth toomoo contacto con los harapos que hacían de cama de esta y, en cuestión de segundos, lo convirtió en llamas que rápidamente se propagaron por el cuerpo de Yulieth ante el combustible en su cuerpo y sobre la improvisada cama.

En su desesperación y asombro ante las infernales flamas, el dibujo cayo de las manos de Damián justo donde el mechero había comenzado aquel show pirómano, a medida que el trazo artístico era consumido, también las fuerzas de Damián se acababan bastando únicamente para arrojarse sobre las llamas y desatar el caos total en aquella incandescente cabaña alejada de toda forma de vida.

El comandante del cuerpo de bomberos Eliel Rocha y la joven inspectora de la policía teniente Anna Estrada estaban por firmar el informe del siniestro cuando uno de los curiosos que estaba alrededor de la escena encontró algo que los dejo atónitos, un trozo del reverso y en el extremo inferior de aquel, que fue un lienzo de papel, justo donde se encontraba la firma del dibujante estaba completamente intacto y se podía leer en letra muy pequeña la siguiente leyenda: ‘mi obra perdurara’ era la única parte del dibujo que había sido trazada con la sangre de Damián Fernández.

FIN.


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